El 5 de enero pasado, el fallecimiento de Jorge Lafforgue le propinó un duro golpe, difícil de asimilar, a la comunidad académica, literaria y periodística. En nuestra Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, tras 35 años de trayectoria como docente e investigador y como referente de la Licenciatura y Profesorado en Letras, todavía intentamos recuperarnos de semejante pérdida.
Lafforgue era profesor Emérito de nuestra casa de estudios, docente titular de las Cátedras de Literatura Latinoamericana I y II y del Taller de Lectura y Escritura. A lo largo de más de tres décadas muchos de quienes formamos parte de la UNLZ tuvimos un privilegio que tal vez en estos momentos cobra más valor: asistir a sus clases o tener una charla en la sala de profesores. Conversar con él se convertía en la posibilidad de crecer a partir de su sabiduría y generosidad, de su compromiso, sus valores y su lealtad a los compañeros y a sus principios.
En cada encuentro nos dejó disfrutar de su sentido del humor y calidez. El rótulo de crítico literario lo incomodaba. Sentía que era “demasiada pompa” para alguien que en su humildad engrandecía su ser. En una entrevista a Revista Nómada en 2008 dijo: "Cabría preguntarse por la entidad misma de la crítica literaria, y si alguien puede asumirse hoy plenamente como portavoz indubitable de la misma; decir 'soy crítico literario'. Tal vez sí, porque los tontos y los presumidos abundan". La frase habla por sí misma.
Su vida transcurrió en el campo de las Letras. Escribir y enseñar era su pasión. Luego de graduarse en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, se dedicó a la investigación y la docencia universitaria; la edición, la escritura y la crítica literaria y el periodismo.
En el último campo, se recuerda su tarea como columnista y colaborador en medios gráficos como Panorama, Clarín, Siete Días, La Opinión y El Observador. En Montevideo, colaboró en Marcha y en los suplementos de Cultura de los diarios El Día y El País.
En el ámbito de la edición sobresalen sus trabajos en el Centro Editor de América Latina, Losada, Legasa y Alianza, mientras que entre sus libros se destacan Nueva novela latinoamericana; Florencio Sánchez; Asesinos de papel (en colaboración con Jorge B. Rivera); El teatro del siglo XX (con Eduardo Romano), Cuentos policiales argentinos; Historias de caudillos argentinos; Textos de y sobre Rodolfo Walsh y Cartografía personal. Escritos y escritores de América Latina.
En su etapa de estudiante abrazó la militancia en la universidad y fue presidente de la FUA. Siempre defendió sus convicciones ideológicas. A fines de los 60, en su primera experiencia como editor a los 25 años, fue condenado a seis meses de prisión bajo libertad condicional por publicar un cuento de Carlos Correas, en el que uno de los personajes hacía alusiones a la homosexualidad.  La revista Centro de la UBA y todos los ejemplares de ese número, el último que se imprimió, fueron secuestrados. Al declarar ante la Justicia, Lafforgue defendió el valor del texto y la libertad de prensa y desligó al resto del Comité Editorial.
A los 86 años, se fue un imprescindible. El dolor y la tristeza de aquellos primeros días de enero comienzan a apaciguarse con el recuerdo fresco de las últimas charlas telefónicas en pandemia, los consejos, las anécdotas y las historias. Hubiera querido muchas más para seguir aprendiendo.
En nuestra Facultad de Ciencias Sociales será inevitable sentir su ausencia. Esta es, fue y será siempre su casa. Pero su obra lo trasciende y ese legado lo mantendrá eternamente vivo.
¡Hasta siempre, Maestro!